Pues a fe, señores míos ...

El Canibal

In Local (Gerena) on julio 14, 2008 at 12:46 am

     Es siempre curioso observar como una pequeña chispa puede encender un gran fuego. No por vistos mil veces los atardeceres dejan de parecernos un espectáculo insigne. Y quizás en su fugacidad radique una parte esencial de su magnetismo. 

     Hace unos meses nació una asociación cultural en Gerena que se puso por nombre El Canibal. La primera lectura de ese nominal me pareció de todo menos acertada. La explicación me hizo cambiar de idea. Hace un par de semanas otra ciberbitácora le dedicó un homenaje titulado «Para el viejo truhán«. Y hace unos días encontró lugar en una Tierra Próspera. Me apunto al carro. 

     El canibal era el mote de alguien llamado Alfonso que murió, no lo recuerdo bien, apenas le conocía, hace unos ¿5 años?. Mis únicos recuerdos de él se reducen a las dos veces que tuve que recogerlo de los adoquines después de que le golpearan sendos coches. Nadie se acercó a ayudarle, en uno de los casos, ni siquiera el conductor del vehículo. Le levanté del suelo, le pregunté que si se encontraba bien y nada más. Mi comentario posterior seguro que fue algo así como: «joder cómo va el artista». Y el suyo quizás fuera el de unas gracias inaudibles. Nada más, apenas nada más. Para la cultura anglosajona dominante estos tipos tienen un nombre: perdedores. Para nosotros, para mí en este caso al menos, tiene uno más hermoso y complejo: borracho. 

     Pero he conocido a suficientes borrachos en mi vida (y drogadictos. No puedo contar ya con los dedos de una mano a mis amigos muertos por sobredosis y enfermedades) para no otorgarles méritos por ese simple adjetivo. Para saber que la autodestrucción es ubicua y dicotómica. Para saber, además, que todos tenemos derecho a ella. Dicen sus nuevos apologistas que a Alfonso le encantaba leer. Yo no lo vi nunca pero esto, a mí parecer, sí acumula méritos. ¿Suficientes?. Bueno. No sé, y tampoco sé para qué. 

     En cualquier caso, me alegro de que un borracho (seguro que en su vida fue mucho más que eso, pero yo sólo lo conocí como borracho), acapare comentarios y atención. Seguro que mientras vivió le hubieran resultado más útiles o, al menos, más emocionantes. Pero que poca atención prestamos todos a lo importante. 

     Hace unos días me crucé con una señora en Sevilla que iba llorando por la acera. No fui capaz de pararla y preguntarle si necesitaba ayuda. Después me emocioné. Pero tanquilos, fugazmente, como un atardecer, sólo unos treinta segundos.

  1. En tus escritos dejas reflejos de lo fea que es tu alma y de lo mala persona que eres. Ya quisieras tu parecerte a Alfonso y tener un mínimo de la bondad que el poseía. En este escrito, como en todos los que haces solo dejas patente una cosa: Tu maldad.definitivamente eres una mala persona, que tenga todo el mundo mucho cuidado contigo, debajo de tanta palabrería hueca se esconde un demonio lleno de malas intenciones. Limia, a quién pretendes engañar?

  2. Muy bien Claudia. Gracias de cualquier manera por tu comentario. Sólo una pequeña cuestión y dos ideas. La cuestión es que no pretendo engañar a nadie y por nada. Igual te imaginas que soy un influyente político o un informador mediático importante, pero no soy más que un trabajor perdido en un pequeño pueblecito del sur de España (créeme, esta ciberbitácora la mira muy poquita gente). Una idea, igual te compensa más no leerme ni visitarme. Lo digo por tu salud mental no por mí, que me da igual. Otra idea, ya que me lees repasa mi entrada titulada MM última parte del prólogo. Mientras que no expongas alguna mínima razón para sustentar tus opiniones esto es todo lo que voy a escribirte.

  3. las razones están en tus escritos, se nota que eres malo, se te ve el plumero, así que espero que no engañes a nadie y que nadie se deje engañar por tí

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